domingo, noviembre 16, 2008

Canek, de Ermilo Abreu Gómez

Los dos llegaron cojeando: Guy y el perrito más dócil que había nacido en el patio. Guy tenía una pierna vendada y el perrito una de las patitas envuelta en trapos.
Los dos caminaban a saltos.El perrito gruñía -tal vez de dolor- y meneaba la cola -tal vez de agradecimiento.
-Nos caímos, Jacinto.
-Ya lo veo, niño Guy.
-Al perrito se le torció una patita. Ya se la compuse.
-¿Y tú?
-Acércate. No se lo digas a nadie. Yo no tengo nada. Me vendé sólo para consolarlo.